Ulises Darío Serdán López
Hace 44 años las calles de
Tlatelolco se humedecieron con la sangre derramada de los estudiantes
universitarios víctimas de la masacre orquestada desde el gobierno federal, que
en aquel entonces estaba encabezado por el ex presidente Gustavo Díaz Ordaz. La
ejecución de los jóvenes estuvo a cargo del Ejército mexicano, de aquel que por
mandato constitucional tiene la obligación de velar por la seguridad de cada
mexicano y no precisamente de responder a los caprichos de quien se sienta en
la silla presidencial. Fue así que en ese 2 de octubre desaparecieron en pocas
horas estudiantes, académicos, e intelectuales quedando su muerte impune varios
años después.
Hoy en México se sigue
derramando sangre, no por movimientos estudiantiles como en 1968, sino por la
precaria situación en materia de seguridad, por la voraz ola de violencia que
arrasa desde el norte del país y que se va extendiendo hacia el centro y sur,
como un cáncer que va abriéndose camino entre los tejidos del cuerpo; todo esto
provocado por el fracasado combate frontal contra el narcotráfico iniciado en
2007 por el gobierno de Felipe Calderón, y cuyo saldo es de más de 100 mil
muertos, en su mayoría civiles ajenos al tráfico de drogas, y cuyas muertes
seguramente también quedarán impunes.
En los últimos minutos de
la primera emisión de Noticias MVS del lunes 1 de octubre, Carmen Aristegui
retomó un reportaje presentado por el periodista Jorge Ramos, difundido por la
televisora Univisión, en el cual se hizo evidente la estrategia de la operación
Rápido y Furioso: permitir la venta de cientos de armas para que una vez
cometidos los crímenes en México, las autoridades estadounidenses pudieran
localizar a los “grandes jefes de los cárteles” mediante la incautación de las
armas previamente vendidas. Se descubrió que tres de estas armas fueron
utilizadas en la masacre de jóvenes de entre 15 y 20 años el 31 de enero de
2010, cuando se encontraban en una fiesta en una casa en la colonia Villas de
Salvárcar, en Ciudad Juárez. Este caso es uno de los otros tantos más ocurridos
en ese año.
¿Cuál es el calificativo
que merece el resultado obtenido en México por la operación Rápido y Furioso
cortesía de la Oficina
de Alcohol, Tabaco, Armas de Fuego de Estados Unidos (AFT)? ¿Por qué México
tiene que poner los muertos, cuando es la población estadounidense la que más
consume drogas a nivel mundial? ¿Por qué el gobierno calderonista se doblegó
ante las decisiones tomadas por Estados Unidos, sabiendo las consecuencias
trágicas que seguramente sucederían? Hoy, como hace 44 años en Tlatelolco, se
sigue derramando sangre de muchos a cambio de los intereses de pocos.
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