Marco Antonio Castillo Ríos
Hace varias semanas noté en diversas calles de la ciudad de Puebla y Cholula anuncios que vinculan a una supuesta organización civil o asociación civil con algún político del estado. Que vinculan de forma inteligente una supuesta causa y la construcción de una figura pública, con la intensión de posicionarse frente a los ciudadanos con un nuevo rostro, con una nueva envoltura.
Este fenómeno o este uso por parte de los políticos de organizaciones de la sociedad civil no es exclusivo ni de la derecha, ni del centro o la izquierda, ni se expresa sólo en Puebla, es una práctica cada vez más usual en todo el país.
Ya durante la pasada campaña electoral pudimos ver el papel que jugaron las distintas asociaciones civiles en el apoyo a los distintos candidatos y el uso irresponsable de una de las figuras organizativas que la sociedad civil ha utilizado para expresar sus propuestas y quejas... la asociación civil.
En los últimos años los esfuerzos por cooptar a las organizaciones de la sociedad civil no paran. Primero fue a través de las convocatorias de Coinversión de los gobiernos federal y estatal, luego con la generación de cada vez más instrumentos de inversión y con la apertura de figuras legales que poco a poco las van convirtiendo en el instrumento por el cual el gobierno baja sus políticas públicas, y con esto se incrementa el riesgo de perder autonomía y capacidad de cuestionar la acción gubernamental.
En Puebla las cosas no son muy diferentes, ya que tanto el gobierno federal y el Estatal han hecho procesos muy similares para atraer a las ongs poblanas. Hemos retornado al viejo esquema de las prácticas asistenciales y contenedoras de la pobreza, perdiendo nuestra gran capacidad de transformación, de mediar a favor del ciudadano entre la lógica del mercado y la del estado.
Necesitamos con urgencia recuperar nuestra legitimidad de ser organizaciones que promovemos cambios profundos, recuperar de crear base social y organización que transforma la realidad, de ser espacios de diálogo entre los poderes reales y fácticos, que los cuestionan , pero que a la vez son capaces de poner en las mesas alternativas.
Debemos de empezar a caminar en este sentido. Y lo primero es denunciar a todas aquellas supuestas organizaciones que lo que hacen realmente es impulsar campañas políticas de los políticos locales, debemos de plantar cara cuando algún funcionario del nivel y del partido que sea intente cuestionar la aprobación de un proyecto o el acceso a programas y recursos públicos a cambio de apoyo partidista, y debemos impulsar la organización de los ciudadanos, convocarlos a manifestar sus preocupaciones o el incumplimiento de la tarea gubernamental.
Necesitamos una sociedad civil fuerte e independiente para cambiar al estado y el país.
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