Marco Antonio Castillo Ríos
Hace
varias, semanas a través de los medios de información local y algunosnacionales, nos enteramos que una de las empresas de Carlos Slim, Frisco,
estaba iniciando trabajos de exploración en Tetela de Ocampo para abrir una
minera para la explotación de oro, al mismo tiempo la organización Unitona
empezó los llamados para parar la construcción de dos hidroeléctricas también
en la Sierra Norte
de Puebla.
Muy
cerca de esas semanas también nos enteramos que el gobierno federal había
autorizado a Monsanto la plantación de hoja de Soja en varios estados entre los
cuales incluye algunos comunidades que colindan con los estados de Hidalgo y
Veracruz, así como la intención de la empresa transnacional para iniciar la
siembra y explotación de jatropa y maíz blanco para la producción de
biocombustibles en la mixteca poblana.
Podremos
estar de acuerdo o en desacuerdo en las propuestas que el gobierno de Moreno
Valle impulsa o avala, podríamos discutir su viabilidad y sustentabilidad, e
incluso podríamos debatir sobre los impactos al medio ambiente en el corto,
mediano y plazo. Pero lo que aquí deseo señalar es algo más sencillo, algo que
es el principio básico de un buen gobierno, de un gobierno democrático. El
hecho de construir de construir sus políticas públicas, sus proyectos y sus
acciones de la mano de los ciudadanos y en este caso especifico de los campesinos
afectados o involucrados.
En
todos estos meses en que han estado a debate todos estos procesos en las
comunidades indígenas y campesinas, y muy poco seguidas por los medios, el gran
ausente es el gobierno del estado y federal, el gobierno si bien en ocasiones
ha enviado a representantes sólo ha sido para tratar de convencer a las
comunidades para que se rindan frente a las grandes empresas y valoren su gran
aportación al desarrollo.
Sin
duda para el gobierno poblano el campo es un gran fantasma con el cual no es
necesario dialogar, conocer sus propuestas o impulsar, para el gobierno del
estado el campo es un espacio que ofrecer a las grandes empresas para su
aprovechamiento.
Urge
apoyar las otras miradas, urge que los ciudadanos de las grandes ciudades
miremos hacia el campo y entre todos lo empujemos, y exijamos unas políticas
públicas justas.
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