miércoles, 5 de diciembre de 2012

De pactos, alianzas, golpizas y toma de posesión este 1 de diciembre


 Marco Antonio Castillo Ríos


Es imposible no escribir sobre lo sucedido este pasado 1 de diciembre, no sólo por los hechos vistos por la gran mayoría de los y las ciudadanas de este país, si no sobre todo por su significado para la vida democrática que hemos ido construyendo.
Las votaciones de julio nos dibujo en mucho lo que estamos mirando y viviendo. Los resultados nos señalaban que México vive una profunda división en las formas de pensar y construir país. Por un lado se encuentra el retorno de un PRI que intenta presentarse como nuevo, desligado de sus viejas ataduras y practicas coorporativas, las grandes empresas como Televisa, Tv Azteca, grupo Carso, Maseca, Wal Mart y finalmente los grandes controladores de la vida sindical .
Por el otro lado un conjunto de movimientos sociales que con diversas agendas, posiciones y tácticas desean un cambio profundo y radical para México. Entre estos podemos ubicar al movimiento #YoSoy132, el Movimiento Sin Maíz, No hay país, los Atenco, el EZLN, y el gran abanico de movimientos de resistencia civil que se enfrentan a los megaproyectos que afectan su vida y la de sus comunidades. Entre estos ubicamos a la gente de Huexca y Jantetelco en Morelos, la lucha de los pueblos en Zautla, Tetela, Tlaucingo en Puebla en contra de las mineras, etcétera.
Este 1 de diciembre sin duda han tenido su primer enfrentamiento. Sin entrar en los detalles de la violencia ejercida por ambos lados, se pueden apreciar síntomas que nos debe de preocupar a todos y todas.
El primer síntoma que se puede mirar, es el nivel de confrontación y radicalismo que ambas visiones tienen para México, la imposibilidad de construir canales de debate, análisis y en su caso de diálogo para sin dejar sus diferencias buscar salidas y alternativas a los profundos problemas que vivimos.
El segundo síntoma que apreció, es la terquedad en el uso de viejas prácticas como la infiltración a los movimientos sociales para hacerlos pasar como radicales y violentos, la orquestación de los medios de información para condenar a los movimientos sociales, el falso discurso de llamada al diálogo y el uso en demasía de la fuerza pública.
El tercer síntoma lo ubico en la incapacidad por parte de los movimientos sociales para diseñar estrategias novedosas de protesta, de incluir al ciudadano común y corriente en una reflexión amplia que contribuya a generar un descontento amplio y organizado, y la falta de organización para marchar juntos, de caminar en la misma vía para lograr la transformación de este país.
El cuarto síntoma es nuevamente el olvido del ciudadano. El pacto impulsado por Enrique Peña Nieto, que en algunos puntos apunta propuestas interesantes, se hace desde arriba, con los de arriba y sin diálogo y consulta con la gente. Una vez más el canto de las sirenas enloquece a los políticos, para ahora con este pacto renovar su lógica de poder, su lógica de control.
Debemos de preguntarnos ¿es posible que el cuestionamiento a los llamados poderes facticos, pueda ser cambiado por aquellos que han llegado a sus posiciones apoyados por estos?, ¿ es posible que los viejos políticos y sus partidos estén dispuestos al cambio, sin verse afectados?.  ¿ es posible cambiar a este México sin oir lo que opina la otra mitad?
En fin, en los nuevos tiempos del PRI, lo que queda es organizarnos y fortalecer la participación ciudadana.

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