Ana Lidya Flores
Tengo 30 líneas disponibles para compartir mis elucubraciones sobre la semana informativa más intensa del primer mes de 2013. ¿Que me gane el sentimiento zapatista y comparto mi entusiasmo sobre la serie Ellos y Nosotros firmada por el Subcomandante Marcos? ¿O me pongo a hacer cuentas sobre los ríos de tinta escritos sobre el caso Cassez? ¿Hago mis ponderaciones sobre el control de daños mediático que tuvo que aplicar el Instituto Federal Electoral después del fallo sobre el caso Monex? ¿O mejor entro en la feliz coincidencia de que ambos casos se ventilaran el miércoles 23 de enero? ¿Platico mis impresiones sobre el secuestro de 50 activistas en la comunidad Ignacio Zaragoza del municipio de Olintla y el boomerangmediático en el que se convirtió esta intención de silenciar a los defensores de la tierra y el agua? ¿O mejor me refiero a la pifia del periódico español El País a propósito de la publicación de una fotografía trucada para denostar la figura del presidente venezolano Hugo Chávez? Desde mi punto de vista, cada uno de los casos enunciados merece un análisis de discurso, una evaluación sobre el posicionamiento de agenda que generó, una ponderación sobre las espirales de silencio comunicacional, y una cuidadosa evaluación sobre los efectos generados en la audiencia.
Para el caso de los comunicados del Ejército Zapatista de Liberación Nacional, tengo 51 páginas –incluidas dos caricaturas firmadas por el Sup Marcos–, escritas y difundidas entre el 21 de diciembre de 2012 y el 26 de enero de 2013. Lo único que puedo decir, es que no merecen un análisis superficial como el que este martes escuché en el prestigiado noticiario de Carmen Aristegui. El colaborador especializado en análisis de discurso toma un texto, que leído como pieza individual, lo lleva a conclusiones consistentes con su metodología, pero sin armonía con el cosmos discursivo expresado por el jefe militar del EZLN en los últimos 19 años. Para el caso Cassez, completé un dossier con el registro impreso de todos los periódicos del jueves 24 de enero, y los días subsecuentes. Recuperé los ejemplares Procesoque abordaron el tema, y volví a ver el infausto montaje de aquel viernes 5 de diciembre de 2007. Mi única conclusión es que nació una celebridad mediática que está haciendo equilibrios para quedar bien con todo el mundo. Dudo que lo logre.
Y finalmente, tendría un rosario de anécdotas informativas vinculadas con el caso Olintla. Me limito a decir que La Jornada de Oriente hizo un trabajo estupendo a través de la presencia cabal del reportero Martín Hernández Alcántara en las 24 horas que duró la crisis informativa (sábado 26 de enero 18:30 horas al domingo 27, pasadas las 18). El tráfico de información de los activistas y el trabajo oportuno de los periodistas que no sólo reportearon sino que activaron las redes sociales y ocuparon espacios nacionales como la versión nacional de La Jornada, o la emisión matutina de Noticias MVS, me lleva a pensar que una estrategia mediática bien articulada, siempre colabora en positivo con las comunidades campesinas e indígenas. Y tan tan, porque ya me gasté las 30 líneas…
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