Ana Lidya Flores
Lunes 11 de febrero de 2013. Si viviera, en esta fecha mi querida abuela Esther habría cumplido 102 años. Le faltaron tres días para llegar a su aniversario, y aunque ya no apagó esa centena de velas en el pastel de festejo, tengo la certeza de que su paso por este mundo fue inmensamente productivo y feliz. Ella fue una mujer muy religiosa y apegada a su fe. Partió el viernes 8, y fue despedida de manera definitiva el día 9. Así que ya no tuvo ojos para ver el tsunami informativo provocado por la renuncia del Papa Benedicto XVI.
Doña Esther Palacios viuda de Flores, como siempre se presentó, ya no pudo escuchar los interminables análisis de especialistas en el tema (sociólogos de la religión, especialistas en medio oriente, hombres de fe que desertaron de su ministerio en la iglesia católica porque esta no sólo los maltrató, sino que los excluyo). Mi abuela tampoco pudo leer los artículos de opinión aparecidos a diestra y siniestra haciendo consideraciones y ponderaciones sobre el próximo cónclave y la inédita situación de tener un papa en el retiro –con todo y anillo y sello papal– que estará vivo mientras el nuevo pontífice se prepara a gobernar a su grey.
Mi abuela ya descansa en paz. Por esta razón, no pudo escuchar la versión radiofónica de “Medieros”, dedicada a conversar con María Eugenia Sánchez, socióloga y mujer admirable que centró su análisis en las consideraciones teológicas que escasearon en todos los programas transmitidos desde las primeras horas del lunes 11 de febrero, cuando Benedicto XVI renunció en un latín “muy difícil de entender” que sólo pudo comprender la corresponsal en el Vaticano de la agencia de noticias italiana ANSA.
Giovanna Chirri, quien domina el latín, entendió lo que estaba anunciando el papa, a diferencia de los otros periodistas que estaban en la misma ceremonia de canonización. El italiano no comprendió el anuncio en latín; tampoco el mexicano, ni los dos franceses ni el japonés. La página electrónicawww.sinembargo.mx recupera esta pequeña perla informativa, y gracias a la guía de Lilia Vélez, conocí este dato que es un tesoro para los adictos a la información.
Así que no puedo hacer sesudos análisis porque ya todos fueron hechos. Centro esta colaboración en Héctor Lavoe, un salsero emblemático, que en 1978 cantaba Periódico de ayer, una canción que homologa la inutilidad del periódico del día anterior con un amor fallido. Hago la asociación porque hay fechas emblemáticas, como este 11 de febrero, cuando los periódicos exhibidos en los kioskos a primera hora de la mañana eran totalmente inútiles, pues la agenda informativa cambió tan radicalmente, que las noticias de primer orden dejaron de ser relevantes aun antes de ser leídas. Eso ocurrió el 11 de febrero gracias a la decisión de Benedicto XVI de anunciar su renuncia, justo en la fecha en que mi abuela hubiera cumplido 102. ¡Qué bueno que ya no estuvo para verlo!
No hay comentarios:
Publicar un comentario